La historia del café
No sabemos exactamente cuándo se descubrió el café por primera vez, pero los arqueólogos han encontrado evidencias de uso del café como medicina en el mundo árabe en escritos antiguos de alrededor del año 900 A.C.
Una leyenda popular atribuye el descubrimiento del café a un cabrero etíope llamado Kaldi (en torno al año 300 D.C.).
Éste observó que su rebaño estaba muy activo cuando los animales comían ciertas bayas rojas.
Decidió probarlas y descubrió el efecto energético de las semillas del café. Poco a poco se fue difundiendo el hábito de usar las semillas del café como alimento energético y la gente aprendió que se podía preparar una bebida sabrosa tostando las bayas e hirviéndolas posteriormente.
El uso del café se extendió desde Etiopía al Cercano Oriente, cuando se originaron las primeras plantaciones de café en Yemen. Más tarde, el cultivo se extendió hasta Arabia y Egipto, donde beber café (o "Kahweh") pronto se convirtió en un hábito diario.
Pero fue a principios del siglo XVII cuando el café se hizo popular en Europa, y su popularidad creció muy rápidamente. A comienzos de 1600 surgieron casas de café por todas partes, especialmente en Italia, Francia, Gran Bretaña, Los Países Bajos y Alemania.
Anteriormente (en 1570), un medico veneciano, Prospero Alpini, había introducido el café en Europa. Venecia fue la primera ciudad italiana en apreciarlo y en contar con lugares públicos en los que degustar la bebida. Pronto las casas de café se hicieron muy populares, y la más Antigua, el Cafè Florian, ha estado ofreciendo esta preciada bebida hasta la actualidad bajos los porches de la Plaza de San Marcos. En Italia, entre los aristócratas el café se convirtió rápidamente en un preciado regalo que se ofrecía como símbolo de amistad o de amor. La cultura del café se extendió por toda la península italiana, y así otras ciudades tuvieron también sus casas de café, entre las que se encuentran el Caffè Greco de Roma, el Caffè Pedrocchi de Padua, o el Caffè San Carlo en Turín. Gente famosa y hombres letrados solían pasar su tiempo allí, lo que confería a aquellos lugares mayor fama y atractivo.
El primer electrodoméstico para preparar café en casa se inventó en 1691 en Nápoles: la famosa caffettiera napoletana. La gente utilizaba aquella “herramienta” metálica, agua clara y de 4 a 5 gramos de café bien molido para preparar tres o cuatro tazas de café a la vez, y disfrutaban de esta bebida en casa: pronto tomar una aromática taza de café después de la comida se convirtió en un ritual en Italia.
Por ende, el café quedó liberado de la reputación que tenía de “bebida aristocrática” y su difusión se extendió por todas las clases sociales. Paso de ser un momento exclusivo a ser un hábito diario en el que uno se entregaba a los placeres de una bebida vigorizante. El café espresso se combinó con otros ingredientes; las bebidas basadas en el café más famosas tienen nombres italianos: Espresso, Cappuccino, Macchiato. A lo largo de los siglos Italia se ha convertido en el embajador oficial de la filosofía del Espresso.
Actualmente Italia se sitúa a la cabeza en cuanto a las actividades de importación y exportación de café y algunos de los tostadores de café más importantes y apreciados del mundo son italianos. Los productos de N&W son parte de la filosofía del Espresso: las técnicas para la preparación de la bebida se han desarrollado con el fin de respetar el refinado gusto de nuestros clientes y la tradición del auténtico espresso italiano, aun cuando este respeto no nos ha impedido encontrar soluciones innovadoras que satisfagan cualquier gusto y cualquier expectativa en todo el mundo.
Ya sea en la vida cotidiana, en el trabajo o durante nuestro tiempo libre, siempre encontramos el momento adecuado sumergirnos en este pequeño gran placer. Así que, ¿tomamos un café?